Quién soy
Quién soy
– ¿Qué quién eres?…
Me «repreguntaría» alguno de mis coleguitas de toda la vida…
Tal vez otro (si no todos al unísono), contestaría en «cero-coma» y seguramente con gracia y alegría:
– ¿Tú…? Tú lo que eres es un gilipollas…
Probablemente, ante la escasa capacidad de refutar sus contundentes argumentos, «tiraría» de algún chiste hecho o diría que me tengo que ir porque acabo de recordar que me he dejado la casa ardiendo…
En fin, una pregunta que, en primera instancia, parece banal y nacida de una mezcla de hiervas de «mal pastor», alcohol y química del mismo «mal pastor» anterior (nos hacía precio por el kit completo…), esconde una de esas grandes cuestiones que, hasta la fecha, y quizás esa sea la magia del asunto, no ha podido contestar nadie. Ni nadie podrá…
Si quieres, cuéntame que la ciencia avanza a unos pasos agigantados y que se están descubriendo los procesos cognitivos del ser a través de mecanismos cuánticos que generan campos gravitacionales de neutrinos que me van a decir quién soy. Si te encuentras entre los que dirían eso, lo único que os puedo decir a ti y a la ciencia, es: «Veros a Alpedrete cacahuete»…
Nadie lo podrá saber jamás. No habrá máquina, descubrimiento científico, «cuanticicismos» ni «pollas en vinagre» que puedan averiguar quién soy.
Cuando llego a alguna preguntita de la ligereza de la susodicha, al salir de la burbuja en la que me imbuyo al acercarme a estas cuestiones, me doy cuenta de que sé menos de lo que sabía al inicio de la reflexión (y es cuando me pienso lo de dejar el whisky…).
Yo no lo sé, pero vosotros sí
Si me preguntas quién soy, mi respuesta inmediata y siempre que no la afronte de una forma muy reflexiva, estará condicionada a mis experiencias, a mis circunstancias del momento, al estado anímico, a mis «tontunas» internas… En fin, a cientos (qué digo cientos…), a miles (qué digo miles…), a millones (qué digo millones…), a cuatrillones de «gritones» de variables que en ese mismo momento en el que todas se conjunten, te dirán quién soy.
Lo más alucinante es que todas esas variables giran en todas direcciones y tal vez, dentro de un segundo, un mes o un año, seré un «alguien» absolutamente diferente o antagónico a quien era…
Esa es la puta realidad, no sé quién soy. Así es y maravilloso será que siga siéndolo si soy capaz de apartar de mi aprendizaje sobre la cuestión a aquellos que sí saben perfectamente quién soy, o al menos, pretenden saberlo…
El verdadero drama que vivo con la incontestable pregunta de «quién soy» es que, desconociéndolo yo, parece ser que la mayor parte de mis seres más cercanos (no todos, «of course») me demuestran más a menudo de lo que quisiera, que saben exacta, matemática e inequívocamente quién soy…
De algo tan complejo, variante y evolutivo (no darwiniano) como «yo», han creado un estereotipo del cual ni yo mismo puedo salir y lo más triste, basado en unas putas etiquetas.
La experiencia…
Os voy a aportar unos datos que espero que puedan acercaros más a conocerme y de los que quizás podáis extraer el verdadero valor que la experiencia representa en la vida para determinar quién uno es:
- Yo he estado en los garitos más oscuros y tenebrosos de allá donde he ido. Sobre todo, en la ciudad en la que he nacido y me he criado. He conocido enanos, famosos, asesinos, putas, princesas, «travelos», guapas y guapos, feos y feas, chaperos, maricones y a todo lo más excelso y florido de la noche de Madrid…
- He «vivido» tres días y tres noches en medio del monte, con un tubo de mortero de 81 mm., como una parte más de mí, durmiendo en un agujero que me tenía que hacer a pulmón en el terreno y que cubría con mi chubasquero… Todo ello, para tomar una loma (que era de lo que se trataba la maniobra), ante un enemigo que la defendía. Con fuego real, he de decir…
- He estado asomado en un balcón de La Plaza Mayor, un domingo, completamente en pelotas y acompañado de una bella dama en las mismas condiciones «vestimentales» que yo, disfrutando de un cigarrillo y agarrados por la cintura (con la plaza «abarrotá» comentando la jugada y algunos saludándonos con la manita).
- He estado en los baños de una cárcel, rompiéndole la nariz a un menda. Como yo era un novato en el «asunto», consiguió mediante engañifas «cholarme» 1000 pesetas. Tal cual el «señor Miyagi», me asesoró uno de los capos del «talego» y me dijo: «Aquí si no defiendes lo tuyo, por poco que sea, acabas con tu culo roto…». Eso fue el primer día… El segundo, me encontraba en el citado baño (que es donde en esos lares se dirimen las diferencias entre caballeros)…
…te define
- En Málaga, me he visto durmiendo en un pasadizo subterráneo y sobre un cartón, porque no tenía un «putoduro» para poder encontrar un refugio que me albergase…
- He disfrutado en La cañada de la muerte (Melilla), en unos habitáculos «secretos» que los moros se hacían entre las chumberas, comiéndonos juntos un caldero de cordero que hacían ellos («echando humo» también, por supuesto…) y pasándolo de puta madre (supongo que asumiréis que, con el nombre del sitio, no cualquiera podía ir…).
- Yo he estado en lo que se suponía que era una casa (una cochambre…), bebiendo té, rodeado de unos ochos negros, más negros que mi ojete y echando una de las mejores tardes que recuerdo…
- Estuve en Lanzarote, viviendo en un apartamento con vistas al mar, piscinas de varios estilos y una inmensidad de césped, pagado todo ello por una entregada «patrocinadora» italiana y, además, permitiéndome el lujo de decidir yo el abandonar esa gratuita y placentera vida…
Unos tanto y otros tan poco
Solo son unas pinceladas de las experiencias que he vivido. Y como esas, a miles. De muchas, incluso más extremas y radicales, ya ni me acuerdo…
También os digo que posiblemente es la primera vez que le cuento estas cosas a alguien. Pese a haber tenido experiencias como para escribir una trilogía, nunca he sentido la necesidad de contar mis aventuras a nadie. Lamentablemente, hoy me obligáis a hacerlo…
En todos los sitios y con todos los seres humanos con los que me he encontrado, se ha cumplido una constante: nos lo hemos pasado de lujo y nos hemos respetado, querido, sufrido y, sobre todo reído juntos… Yo me acuerdo de todos y cada uno de ellos y os garantizo que todos y cada uno de ellos se acuerdan de mí…
Y todo lo que os estoy contando es sin haber comido ninguna polla, manteniendo mi virginidad anal y no dejándome humillar por nadie. Los seres humanos que han querido lo mejor de mí lo han tenido y los que no, también lo han tenido (lo peor).
He hecho tantas cosas y vosotros tan pocas…
Aun así, os arrogáis la potestad de estigmatizarme en base a lo que os ha contado «la princesa del pueblo» de turno o cualquier otro referente mediático, político, ideológico o de cualquier otra índole de mierda que tengáis. Sois patéticos…
Eso sí, os sigo queriendo; pero desgraciadamente, habéis preferido hacer de mí una etiqueta…
Sólo en el aspecto del que estoy hablando, los argumentos que os ofrezco me otorgan cierta facultad para acercarme más que nadie a esa «irrespondible» pregunta que jamás conseguiré responder (valga la redundancia) y que, aun así, cada mañana me hago.
Enhorabuena
¿Quién soy?
Con la misma espontaneidad y rapidez con la que me surge la cuestión, se me presenta sin demora la respuesta:
¡Y yo qué coño sé!…
Pues imaginaros ahora lo que sabréis vosotros…
Pienso que debierais hacer un ejercicio introspectivo y entender de una jodida vez que soy mucho más complejo y a la vez más sencillo, que las putas, simples e indignantes etiquetas que “ellos” os han dicho que me otorguéis. Así que os pregunto:
¿Quién coño sois vosotros para creer que sabéis quién soy yo?
Desde mi punto de vista, lo único que conseguís asumiendo quién soy a través de una etiqueta (tal cual hacéis…) es demostrarme que vuestras conclusiones irrebatibles sobre mí (y sobre todo lo demás por extensión…), solo están basadas en vuestras putas creencias que, en realidad, os han inducido…
Además, más grave si cabe, os habéis dejado convencer de que yo soy vuestro enemigo… Sois patéticos, repito… Y en realidad, me la suda. Vosotros veréis… Muchas experiencias extremas he vivido y he salido indemne de todas y cada una de ellas. Esto que hacéis, cala en mí lo mismo que una mota de polvo ocupa en el mar de estrellas que nos abriga…
Puedo perdonar casi todo en esta vida, pero vuestra «autoignorancia» consentida, no; sobre todo cuando yo soy el objeto de la misma…
Con vuestra ayuda y complicidad, siguen ganando «ellos» y mientras tanto os alejáis de mí. Cuando miro a mi alrededor, sigo sin saber quién soy, pero me viene a la mente una sola palabra: Decepción…
¡Enhorabuena!
Dedicado a todo aquél que se dé por aludido.
Fdo. Charli
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Una muy pequeña entidad con un sencillo y humilde sueño: Quitarnos de enmedio a esta puta caterva de «hijosdelagran» que deciden en todos los ámbitos de nuestra vida. Casi «ná»…
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