Perdóname (Parte 3)
Perdóname
De un lado, encontrarás que ha habido, tal vez en más ocasiones de las que recuerdes, en las que tu madre, padre o ambos, te lo habrán participado; generalmente, acompañado de su correspondiente pescozón o zapatillazo y milimétricamente sincronizado con el pensamiento por su parte (del uno, del otro o probablemente de los dos), de qué coño habrían hecho mal contigo:
«Este niño es tonto…».
De otro, supongo que conocerás a Anaxágoras, aquel filósofo y científico que, a pesar de ser un ferviente defensor de un Sol ardiente (con lo cual no concuerdo…), nos dejó una universal cita:
«Si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas dos, es mía».
Desgraciadamente, después de este puto trienio que me llevas, he llegado a la siguiente conclusión:
En el primer caso, tenían razón los «jodíos».
En el segundo, con lo que el bueno del mentado no contaba es que tú te dejarías engañar ciento cincuenta y ocho veces o más.
Por eso a mí, incrédulo de cómo has reaccionado en estos tres años y empleando la convergencia que se me pone en los huevos entre parentesco familiar y filosofía, doy libertad a mis cuerdas vocales para que, en dulce melodía, te digan:
¡Tres años! ¡Tres putos años! ¡Tres malditos «fucking» años y sigues sin enterarte de nada…!
Pero más allá de disquisiciones y una voz desagradable, vayamos al «fregao», a la olla, a la esencia, al núcleo, al jugo, a la miga, al clavo, al quid…
En 2022…
El «fregao»
Llegó el nuevo año y externamente te habías convertido en un ser aséptico: Por un lado, te deleitabas, tanto restregándote tus «hands» con cada uno de los «mierdageles» que encontrabas a tu paso, como mostrando al ajeno que lo hacías; por supuesto, no antes de salir inmunizado con el de tu marca preferida del que haces uso en casa. Por otro, seguías llevando un tanga (probablemente dos en tu caso, fémina…), que impedía que cualquier virus penetrase en tus vías respiratorias. Además, mantenías una prudente distancia con posibles «contagiadores, asintomáticos o negacionistas» con los que te cruzabas en la cola del supermercado.
Internamente, ya eras un ser químicamente inmunizado: Llevabas la pauta completa que los valedores de tu salud (los «comemierdas» de tus políticos, los «tragasémenes» de tus médicos y los «mascalefas» de tus referentes mediáticos), te habían aconsejado. Si no lo hacías, corrías el riesgo de perder tu trabajo, tu status, tus prebendas, tus privilegios… Pero eso sí, a nivel jurídico y de posibles efectos secundarios hablando, siempre constaba que lo habías hecho de modo voluntario.
Digitalmente hablando, no tenías problema alguno: Portabas con orgullo el pasaporte que demostraba que eras un ser humano limpio, saneado, higienizado, responsable, solidario, constructor y garante de esta, nuestra comunidad.
«Quicir», tus niveles de seguridad sanitaria, según los extraños estándares que te habían introducido en tu puto «coco», estaban ahora mismo en «toloalto».
La olla
Pero eso sí, a pesar de haberte vendido una pandemia apocalíptica provocada por un invisible virus que dejaba cadáveres purulentos por las calles, reconocerás conmigo que eso no sucedió nunca.
Todas las estadísticas de muertes producidas por el «letal bicho» que te ponían delante, eran de los asesinados en las residencias de ancianos, de los masacrados en los hospitales en los que se aplicaban protocolos genocidas más los afectados por la gripe estacional de todos los putos años.
Pero, sobre todo, se trató de una pandemia de diagnósticos. A través del «faketest», te advertían de que existían «cienes» de miles de millones de infectados. Enfermos sin síntomas, sin efectos, sin «ná de ná», pero si la prueba lo decía, casos positivos que pasaban a engrosar las estadísticas oficiales de infectados y a la par, de «infectadores». Una prueba diagnóstica tan fraudulenta que era capaz de diagnosticar positivos en muestras de frutas, de aves, de aceites de motor, de aguas…
De hecho y, aprovechando la fiabilidad de la misma, no descarto que hayas sido uno de los que, de baja laboral, se han tirado una semanita viendo Netflix en casa gracias al bendito test. ¿Verdad, coleguita…?
La esencia
Sin embargo, no contabas con una nueva enfermedad que, en realidad, ya comenzó en el anterior año y que esa sí que estaba dejando un reguero de muertos por las calles:
La PRAII.
«Puta Repentinitis Aguda Instantánea e Inevitable».
Sí, ya sabes…, esa que pillaba al paisano que iba a comprar el pan, a miles de deportistas y atletas, a médicos, a periodistas, a gente en el trabajo, en su casa, yendo en bici, conduciendo, nadando…
Esa enfermedad que hacía que gente, de toda edad y condición, se desplomase súbitamente y en la mayoría de los casos finalizase en un óbito repentino.
Arritmias, ataques al corazón, pericarditis, miocarditis, ictus, trombosis, mal de Guillen-Barré, herpes zoster, y otro sinfín de otros pequeños daños (según te contaban las cucarachas informativas que sigues…), se estaban produciendo; pero que no te preocupases ya que los expertos estaban estudiando cuales podrían ser las causas de esta misteriosa situación.
Sé que no eres médico, ni estadístico, ni investigador…, pero creí inicialmente que tampoco lo suficientemente imbécil para no percatarte de que esta sí que parecía ser una verdadera epidemia de muertos o de víctimas de efectos secundarios del inóculo tóxico experimental…
El núcleo
Por otro lado, y al mismo tiempo, nuestro bienamado «caracrater» nos concedía la libertad en cuanto al uso del tanga bucal. A una determinada hora, de un determinado día, de un determinado mes, el agente viral asesino que nos estaba exterminando, dejaba de ser letal. Eso sí, a partir de esa fecha, pero en determinados lugares y circunstancias…
Tú, porque no te enteras de nada, pero si hicieses caso a los expertos sabrías que los virus disciernen entre noche y día, frutería o farmacia, techos altos o bajos, coche privado o autobús; pero, sobre todo, entre que esté o no publicado en el B.O.E.
Por supuesto, no te quitaste el tanga el mismo día en el que los hijos de perra que nos gobiernan nos liberaron de tal condición, sino que lo fuiste haciendo progresivamente, poco a poco, de acuerdo a lo que ibas viendo en la mayoría…
Al fin y al cabo, ya sabes cómo te gusta ser o estar: Responsable, solidario, «borreguil», estabulado…
El jugo
El caso es que sin poder escamotear el hecho de que mucha gente estaba cayendo, sobre todo de problemas de corazón, tus «príncipes de la verdad» te informaron puntualmente de las razones de todo ello:
«Un estudio afirma que si tienes los tobillos anchos puedes tener problemas cardiacos…», «un ensayo científico reza que acostarte más tarde de las 23:00 puede afectar a tu salud cardiaca…», «los expertos dicen que si tomas bebidas energéticas puedes sufrir ataques al corazón…», «un ensayo de la universidad de «Pringston» asegura que beber agua fría puede ser responsable de un fallo cardiaco…», «los expertos concluyen que dormir la siesta es contraproducente para el corazón…» «la ciencia confirma que el Cov puede dañar el músculo cardiaco…», «los expertos investigan el origen de las misteriosa hepatitis infantil…», «se confirma que el cambio climático afecta al corazón…», etc, etc, etc…
Tiene cojones que todo puede provocar un ataque al corazón, excepto lo que lo está provocando. Supongo que a estas alturas no hará falta que te diga qué puede ser…
No tuve más remedio que carcajear, cuando leí en un medio, de cuyo nombre no quiero acordarme, que los políticos de una población de la sierra de Madrid se jactaban, en titulares de prensa, de ser los primeros del país en tener desfibriladores en todas las farmacias de su ámbito:
Jajaja, jajaja, jajaja…
Y justo después de la «panzá» a reír, me surgió una sopesada pregunta-reflexión:
¿Pero cuándo coño han hecho falta desfibriladores en ningún puto lado…?
Y otra más:
Pero aquí qué pasa: ¿Que somos todos gilipollas…?
La miga
Sinceramente, no logro entender cómo defiendes y excusas a tus verdugos. No hago más que preguntarme en qué tipo de alucinógeno trance te encuentras para no ver la verdad, en qué mágico encantamiento te hallas sumido, en que suerte de extraña hipnosis estás imbuido para no ver la auténtica realidad de tu entorno…
Afortunadamente, dejé de hacerme esas trascendentales preguntas. Ya no quiero conocer el porqué de tu alienación, el cómo te has convertido en un autómata, las razones por las que sigues dejando que te engañen y envenenen. Ya no quiero saberlo…
Pero si tu actitud no me afectase, te garantizo que no estaría escribiendo estas líneas y no habrías observado un «ligero» cambio en nuestra relación.
Y es que me importa un cojón que te tragues el asqueroso discurso del político de mierda que tengas como referente. «Me la pela» que entregues cada cuatro años un contrato en blanco al andoba anterior, pese a que posteriormente haga lo contrario a lo que te prometió cuando le votaste. «Me la toca» que pienses que vives en una pelota que atraviesa el espacio a unas velocidades absurdas y en todas direcciones. «Me la rasca» que pienses que dos aviones derribaron a plomo 3 rascacielos. «Me la suda» que quieras ser donante de agujeros para que en ellos te introduzcan palos. «Me la refanfinfla» tu credo, ideología o demás mierda…
Me suda «toelpollón». Y no sólo eso, te respetaré (como lo he hecho siempre) pese a no estar de acuerdo contigo; pero no aceptaré que tus erróneas decisiones tomen el mando de mi libertad, libre albedrío y del timón de la parca que pueda «arribarme» cuando la obligatoriedad se imponga. Porque te garantizo que a mí no me van a meter esa puta mierda y si he de defender mi «yo» a punta de navaja, lo haré…
El clavo
Eso sí, más allá de lo que tú quieras hacer, no me toques las pelotas siendo partícipe, promotor y ejecutor de una puta tiranía en la que permites que se segregue a los niños, se sacrifique a los ancianos, se silencie la verdadera ciencia, se censure a los disidentes o se exilie socialmente a cualquiera que se permita tomar decisiones sopesadas y dentro de la legalidad.
Además, esta farsa convertida en genocidio, ideada por los mismos que controlan el dinero, la industria farmacéutica, la política, los medios de comunicación, las redes y demás infraestructuras sociales, es tan flagrante y fácil de ver, que no me queda más remedio que tomar decisiones para contigo; porque, si no eres capaz de darte cuenta del engaño después de tres putos años y siendo testigo de la puta realidad, has perdido para mí todo el respeto.
Seguramente, mucho de lo escrito te sonará a cuento chino. No lo habrás oído, leído o visto en ninguno de los medios de comunicación a través de los cuales creas tu realidad; pero, si salieses del extraño estado en el que estás inmerso y dedicases un mínimo de tiempo para acceder a verdadera información (disponible para todos), te percatarías de que es una ínfima parte de una gran y siniestra realidad.
El quid
Sinceramente, siento vergüenza e indignación.
Eres responsable, tanto por acción como por omisión, del robo de nuestros derechos y libertades. Eres cooperador necesario para el mantenimiento de esta distopía que estamos experimentando. Eres culpable de hacerles visto ver que pueden hacer con nosotros lo que les dé la puta gana. Eres causante de la instauración de un sistema de crédito social («China style») que, les permitirá o no, por las razones que se les ponga en los huevos, negarnos realizar actividades tales como viajar, comprar o ejercer cualquier otro derecho fundamental.
Hoy la vigesimoséptima variante, la ciruela del mono o el sátrapa del ruso, mañana el «climate lie«, pasado un meteorito, el otro una guerra nuclear, y al siguiente, una invasión extraterrestre. Lo que te echen…
«Mecagoenlaputa», ¡Pero si un mono medio listo sería capaz de ver la farsa…!
Y todo ello, en base únicamente al miedo (mental, que no real…) que te han inducido mediante datos maquiavélicamente manipulados y propaganda inteligentemente utilizada.
Conclusiones
Escúchame, yo no nací aprendido. Al igual que tú, tragué con todo lo que me enseñaron acerca del mundo que me rodeaba. Hace (afortunadamente) mucho tiempo atrás, estaba tan perdido como tú. La empatía, por tanto, era la bandera que enarbolaba cuando te veía pasar.
Pero hoy ya no. Ha pasado demasiado tiempo. Ya no tienes excusa ninguna. La mentira y la manipulación es tan descarada y dilatada en el tiempo… Es todo tan absurdo…
Pero tú no lo ves… Y yo, lamentablemente, he de culparte por ello.
¿Ves la imagen que encabeza estas letras?
Yo soy el de «colorao».
¿Y tú…? ¿Tú sabes quién eres…?
Espero de corazón que, más pronto que tarde, puedas sanar de la locura inducida en la que te encuentras.
«Asín» que, hasta que ese día llegue, perdóname.
Perdóname…
P.D.
También perdóname en tu calidad de lector. Soy consciente de lo poco organizado y en algunos casos caótico e inconexo en la redacción de los datos y contenido de esta serie que te he dedicado. Sinceramente, me ha costado mucho encontrar ese «feeling» que consigue un texto completo, pleno, cerrado… No he hecho más que enlazar torpemente las ideas que tenía escritas tiempo ha. He priorizado la entrega del mensaje a su posible excelencia.
Ciertamente, me ha llevado mucho más tiempo del que hubiese querido «contarte lo contado», mas me siento verdaderamente alegre y aliviado de haberte «escrito lo escrito». Necesitaba, tal exhalar, soltar lo que interiormente llevaba un tiempo inquietándome y que si no hubiera contado, más que probablemente, acabaría provocando en mí algún mal físico (te invito a que le eches un vistazo a la Nueva Medicina Germánica del Doctor Hamer).
También he de reconocer, a modo de eximente, que el brebaje experimental que has permitido que te metan en el «body» es, en última instancia, el sometimiento y entrega a un ente superior, excelso, supremo, cuasi divino:
El bien común.
En cualquier caso y para que veas que no te guardo rencor, te «canto» un trocito de un tema muy de moda (te aconsejo que le des la tonadilla del baile del gorila y que te vacunes, «porsiaca»…):
«…Dicen que follando
puedes contraerla,
debes estar tranquilo
tú no vas a cogerla.
(ESTRIBILLO)
Ciruela del mono…
del mono…
del mono…
toos a contagiar…».
Y no te la «canto» entera porque tengo cita para para ponerme la «cuarta» y voy con el tiempo justo para llegar a casa a ver el «mátame de luxe». Hoy, en exclusiva, van a televisar las primeras declaraciones de Carmen Lamona después de su decimoquinta operación estética y yo no me lo pierdo.
Supongo que tú tampoco…
Fdo. Charli
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Una muy pequeña entidad con un sencillo y humilde sueño: Quitarnos de enmedio a esta puta caterva de «hijosdelagran» que deciden en todos los ámbitos de nuestra vida. Casi «ná»…
Agradecimientos especiales a los artistas y la plataforma que han permitido ilustrar esta página:
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