GCV
La siglas
Joder, no hay nada más que siglas de todo tipo… Sigla por aquí… Sigla por allá…
Cierto es que no le damos muchas vueltas ni pensamos en ello, lo cual es perfectamente normal ya que hay poco que rascar al respecto. Son letras que se leen rápido, suenan bien, son cómodas, le damos un significado y no queremos saber nada más…
Yo era del mismo parecer, hasta que un buen día sucedió algo que cambió mi punto de vista…
En fin, puede ser que no te lo creas, pero una mañana en la quietud de mi despacho, me puse a reflexionar al respecto. Tras «apretarme» un bocata de mortadela, cuatro «yonkilatas» y dos montaditos de panceta con queso, me di cuenta de que, todo mi pensamiento, alma y corazón (la boca no…), estaban centrados en unas siglas que, pese a que al principio me parecían unas más, habían causado una extraña sensación en mi «body»: GCV.
Mi espíritu científico y aventurero, se conjuntaron entonces para intentear desvelar los secretos que las siglas encerraban…
Como a media mañana tenía hambre, me dirigí al bar más cercano y allí, rodeado de generosas raciones de ensaladilla rusa, aceitunas de Campo Real y; por qué no decirlo, regado todo ello con unas «frescas», me adentré en el inconmensurable mundo de las siglas…
El bar disponía de paredes cubiertas de espejos y reparé en que había cogido algún kilito que otro. Ya no tenía el cuerpo que otrora tantas alegrías había dado a las «chatis». Me extrañó mucho, he de decir, ya que tenía por costumbre alimentarme de forma sana y frugal…
En ese momento volví a escuchar esa maldita voz en mi interior: GCV, GCV, GCV…
Clasificación básica
Descarté de inmediato esas «tontunas» y centrándome de nuevo en la investigación «siglera», llegué a las siguientes conclusiones:
Las siglas surgen, según su nacimiento y el particular criterio que se le ponen a mis dos santas pelotas, de dos maneras:
- Primero el nombre y después la sigla. Palabras que definen una organización, empresa, institución o similar, partiendo del nombre de la misma. Hay un nombre y con el acrónimo de sus palabras surge la sigla.
- Primero la sigla y después el nombre. Lo importante es este caso es la significación de lo que se lee de la misma sigla, sin importar el acrónimo del que habitualmente parte una sigla.
Eso es lo que descubrí en un principio…
Mientras volvía a casa, miré de soslayo un escaparate y en el reflejo reparé en que ya se me empezaba a ver un poco el «cartón». Esa rubia y alocada melena que antaño fue la pasión de las «jovenzuelas», comenzaba a escasear en algunas zonas de mi cuero cabelludo.
Parcheé como pude el «tema» con la ayuda de mis dedos y continué caminando mientras en mi cabeza se repetían una y otra vez esas misteriosas siglas que me reconcomían el alma: GCV, GCV, GCV…
Ya en casa y dado que era la hora de comer, opté por atender la urgente y necesaria acción de alimentar a mi cuerpo. (Desconozco qué sabio ancestral dijo esa gran verdad: «Quien alimenta el cuerpo, alimenta el alma…»). En eso estaba, luchando con un costillar entero y alimentando mi alma cuando, teniéndolo prácticamente acorralado, se me ocurrió simplificar la complicada división que había hecho con las siglas y la dejé en un muy sencillo y descriptivo:
- De A a B.
- De B a A.
De A a B
Primero el nombre y después la sigla.
Investigando profundamente, me di cuenta de que, si tienes una empresa llamada «Hijos de Pancracio y Oreliana», se dedique a lo que se dedique, es posible que te interese que tus clientes la conozcan como HPO. Quizás no los clientes de siempre, que sabrán que tu producto es bueno y tratado con cariño, pero para los futuros (si tienes intenciones de expansión), es probable que te interese tirar de sigla…
Para estas cosas, la puta globalización es muy exigente y requiere rapidez y espontaneidad en los conceptos. Normalmente, en el caso anterior, el más ávido y «moderno» de la citada empresa buscaría una forma de «internacionalizar» y expandir su marca mediante una sigla. Además, vería apoyada su postura al comprobar que hasta la fecha no había «habido dios» que hubiese podido meter su nombre en un logotipo (a partes iguales, tanto por la longitud del texto como por la negativa de los diseñadores…).
Aseveré mentalmente que sería muy probable que de ahí hubiese surgido la figura de la sigla…
Llegaba a estas conclusiones mientras me tomaba «a relaxing cup of coffee». No me gusta el café, pero acostumbro a «enchufarme» una dosis de cualquier tipo de bebida espirituosa mezclada con la citada infusión (en los ambientes se conoce como «un carajata»); con ello, me mantengo hidratado y evito, en cierta medida y allá donde no me conozcan, el «qué dirán». Así, procuré solicitárselo al camarero, percatándome de que el resuello no me permitía articular palabra. El bar en cuestión se encontraba en lo alto de una calle y la subida me había dejado exhausto y sin aliento. GCV, GCV, GCV…, seguía escuchando en mi cabeza mientras recuperaba la respiración e intentaba pedirle el tercero al chico de la barra…
De B a A
Primero la sigla y después el nombre.
Se trata de buscar la palabra que quieres, conviertes sus letras a mayúsculas y después como si nada, le encajas un nombre.
Así, por ejemplo, me encontré con el caso del mayor telescopio binocular del plano. Es propiedad de aquella institución que ha estado presente en todos y cada uno de los grandes «descubrimientos» astronómicos de la humanidad; de los cuales, los seres humanos, hasta la fecha, hemos podido ser testigos (perdón, quería decir «informados»).
L.U.C.I.F.E.R. se llama la criatura…
Y sí, sus gestores forman parte de esa sencilla y humilde institución que (y en ese aspecto no puedo recriminarles nada), utilizan la tecnología, el poder y la «pasta» para buscar a Dios (y tiene cojones la cosa, lo hacen a través de LUCIFER…).
En realidad, yo haría lo mismo… Si buscase a Dios, como lo hacen estos HDLGP (más siglas…), me construiría un telescopio muy grande para buscarle en el espacio. Nunca (…y cuando digo nunca, me refiero a nunca), se me ocurriría buscarle hacia adentro… ¡Pero qué clase de gilipollas haría eso…!
En fin y centrándome de nuevo en el «siglismo», tras muchas horas de documentación, conseguí descubrir el significado del citado telescopio LUCIFER:
«Large Binocular Telescope Near-infrared Spectroscopic Utility with Camera and Integral Field Unit for Extragalactic Research».
No supe en qué extraña lengua estaba escrito ese nombre, pero tuve claro que encajaba perfectamente con la sigla.
También llegué a la conclusión de que, sin lugar a dudas, se trataba de una sigla del tipo «de B a A» y que, con un calzador, tres cuñas de madera, una «maza» de 5 kilos y un quintal de vaselina yo también sería capaz de encajar el nombre que quisiese donde yo quisiese…
La sigla GCV
Todo comenzó mucho tiempo atrás, cuando de la sucia y despreciable boca de uno de mis sucios y despreciables amigotes, surgieron unas siglas que, por un motivo desconocido en ese entonces, resonaron en mi interior. Tenían frescura, eran de dictado fácil y sonoramente atractivas:
«¡Ay tú, GCV!», me dijo…
Sin entenderle, sonreí, pero a la vez sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo y me convulsionó internamente. Presa de ese cambio brusco en mi temperatura corporal, no tuve más remedio que arropar mis hombros con mi echarpe y rogar a mis amigotes que bajasen un poco el aire acondicionado (qué puta manía tenían de tenerlo siempre a tope…).
Tenía que dar respuestas al mar de dudas en el que estaba sumergido: ¿Por qué esas siglas habían resonado en mí y a partir de ese momento, mi mente oía continuamente esas letras y a la par unos extraños ruidos que sonaban como un viejo reloj de pared: tic, tac, tic, tac, tic, tac…? ¿Era una sigla «de A a B» o por el contrario era «de B a A»?
Tras una ardua investigación y tal cual se presenta una revelación mística o una epifanía, comprendí finalmente el significado de ese maldito trío de letras y por qué me perseguían. Primeramente, entendí que se trataba de una sigla «de A a B»; acepté más tarde que GCV no es nada y lo es todo, para llegar finalmente a la implacable verdad.
No se trataba de una organización al uso a la cual te adhieres de forma voluntaria, ni una entidad que acorta su nombre por las cuestiones que sean. Tampoco era una marca comercial ni una institución que buscase a Dios. No era un partido político ni un extraño compuesto químico ni el nombre de un arma secreta…
El inapelable futuro
Simplemente, GCV era y es, el futuro…
Se trata de una ley universal que pasa siempre, pase lo que pase, pase con quien pase y pase de la forma en que pase… (permítaseme la redundancia). Los puristas me dirán que no siempre se cumple y tienen razón: es así…
Según los datos de mi investigación, hay algunos (muy pocos) que se salvan de dos tercios (GC) de la sigla completa y otros (también muy pocos), de un tercio: (G) o (C). Eso es lo que los hombres de ciencia llamamos «anomalía científica». «Quicir», no te echa «pabajo» la ley, pero estar, está…
En cualquier caso, haz caso a las estadísticas y «porsiaca» considérate dentro del grupo de riesgo.
La recomendación que te puedo dar es que, cuando esa sigla resuene en ti (que lo hará…), tomes esas benditas letras y las abraces como si las quisieses, arrímate a ellas, hazlas tuyas, regocíjate con su presencia porque, te pongas como te pongas (en el mejor de los casos), son ellas las que van a hacer el «regocijamiento» contigo…
Escucha a la ciencia o no la escuches. La decisión es tuya…
Esta mañana he pasado en pelotas cerca del espejo del baño y me he permitido la licencia de incluir OD. Ya vamos por GCVOD… (Me recuerda mucho a esas otras siglas tan manidas ya, que empezaron con tres letritas de «na» y acabaron acaparando varios alfabetos: LGB…).
En nuestro caso, yo le he añadido dos letras más, pero las posibilidades son infinitas.
¡Aprovéchalas!
Puedes votar en mi Patreon acerca de las letras que tú añadirías. Visítanos. Tampoco hace falta que votes si no quieres, pero ya me entiendes…
Nota del autor
HDLGP: Hijos de la gran Puta.
LGB…: Estas siglas búscalas tú en internet que a mí me da la risa.
GCV: Gordo, Calvo y Viejo.
OD: Obsoleto y Demodé.
GCVOD: Gordo, Calvo, Viejo, Obsoleto y Demodé.
Finalmente, descubrí también que no hay por qué preocuparse tanto. Eso queda demostrado en un estudio revisado por pares y publicado por la prestigiosa UGAT (otra sigla más…). Su conclusión última reza lo siguiente:
«Con 150 «tos» flacos, calvos y viejos». Es lo que entre los investigadores científicos conocemos como el efecto TFCV…
UGAT: Universidad Geriátrica de Antropología del Tiemblo.
En cuanto a mí, estoy mucho mejor… Con todas las pruebas que pude recopilar y dada mi educación científica, no podía hacer otra cosa que superarlo: dejé de oír esas siglas en mi cabeza…
Ahora las percibo continuamente en mis oídos y normalmente, parten de la boca de los demás. HDP…
HDP: Hijos de Puta.
Dedicado a mi colega Tobe
Fdo. Charli
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Agradecimientos especiales a los artistas y la plataforma que han permitido ilustrar esta página:
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